Decir lo que sentimos, sentir lo que decimos, concordar las palabras con la mente. (Séneca)

Decir lo que sentimos, sentir lo que decimos, concordar las palabras con la mente. (Séneca)

sábado, 26 de enero de 2013

La mariposa tiene la culpa...

Nunca os fiéis de nada. Iba a decir de nadie, pero tampoco hay que ser tan radical, un poquito de fe en el ser humano, por favor. Ni deis nada por supuesto, por muy lógico que os parezca. No caigáis en esa tentación, hacedme caso. Resulta que el universo no se rige sólo por la lógica. De vez en cuando nos gasta "bromas", se ríe de nosotros mandándonos sucesos "paranormales", y no me refiero a los de Cuarto milenio, que esos me dan yuyu. Quiero decir sucesos inexplicables para el currito de a pie, los que cogemos el metro, o nos metemos en un atasco, o los que bajamos a la compra a por dos tetrabricks de leche. Sucesos extraños para todos aquellos que no tenemos una nominación al Nobel de Física, ni cuántica ni de la otra. Que no, que no he visto un fantasma, ni un OVNI, ni a E.T....
A ver si me sé explicar bien, que esto tiene tela. Resulta que básicamente hay tres formas de ver el mundo, así, a grandes rasgos. La primera, en línea. Por ejemplo, voy distraída por una calle llena de cacas, y piso una. Mi despiste ha provocado que pise una ñorda, con perdón. Ir pensando en las musarañas es la causa de que haya pisado una mierda. A provoca B. Hasta aquí, todo correcto. Vale, segunda forma: circular. Misma situación de antes. Voy a mi bola por la calle, mirando los pajaritos que vuelan en lo alto del cielo, tralarí, tralará. Piso una caca. Vaya asco. Juro en arameo. Me enfado, y al día siguiente voy y cambio la ruta. Ya no me gusta esa calle. Así que resulta que A provoca B, pero B se "venga", y afecta a A. Retroalimentación, creo que se llama. Muy molona la palabra. Y por último, la tercera forma. Dice más o menos que no hay relaciones de causa-efecto, que lo que existen son fenómenos aislados, sin conexión los unos con los otros. Un pifostio, vamos. Bien, aquí se termina la clase teórica, perdonadme por el rollo. La vena de profe, que se me escapa...

Pues si ahora alguien me preguntara que cuál es la visión más acertada, tendría que decirle lo que los científicos afirman. Resulta que hay por ahí algo denominado Teoría del caos. Y no dice que todo sea un follón, sin orden ni concierto. Dice que existen situaciones que no se rigen por "lo lógico", que sucesos aparentemente sin conexión con ellas las afectan y mucho. Es más, dice que poco no siempre es poco. Que yo, como persona razonable que soy, puedo pensar que si tiro un poquito de una cuerda atada a una caja, la moveré un poquito; o que si le pego a alguien un guantazo no muy fuerte, no le haré mucho daño. Pues no. La cuerda puede pasar por una polea, y magia. Un tironcito de nada, y la caja sube como la espuma. O el pobre que recibe el guantazo pierde el equilibrio, y se golpea la cabeza contra el suelo.

Y la vida está llena de ejemplos como estos. Imprevistos que cambian el curso de una historia. Números en La Bolsa que suben o bajan por el resfriado de algún dirigente, o por sus palabras sobre tal o cual asunto, aunque no tengan aparentemente ninguna relevancia. Causas pequeñas que provocan grandes efectos, para bien o para mal. Dicen que el aleteo de una mariposa al otro lado del mundo puede provocar un huracán aquí. Y no hay nada que podamos hacer para evitar que aletee, ni para controlar la intensidad de lo que provocará. Y no lo entendemos.

Yo creo que nos empeñamos en simplificarlo todo, en ponerlo en línea y buscar culpables, a ser posible uno solo, y que se pueda identificar bien, algo que pueda tocar. Y presumimos, o pretendemos presumir, de lo importantes y poderosos que somos, que lo controlamos todo, pero en el fondo nos sabemos tan pequeños, que pensamos que nuestros sencillos actos no son más que gotas en el océano, sin importancia para el conjunto. Creo que estamos muy equivocados, lo hemos entendido al revés. No somos poderosos, no lo podemos controlar todo, en realidad no controlamos casi nada. Podemos manejar situaciones insignificantes, irrelevantes a veces, como lo que compraremos esta tarde en el súper, o la película que veremos esta noche. Pero el resto es una sorpresa. Ni siquiera sabemos con seguridad cuánto tiempo estaremos aquí, en esta ciudad, este país, o en este mundo. Sin embargo, y a pesar de nuestra insignificancia, lo que hacemos sí es importante. Cada gota cuenta. Una sola de ellas desborda un vaso. Una simple palabra nuestra puede cambiar el rumbo de la vida para alguien.  No vales para esto, le podemos decir a una persona. Y puede venirse abajo y abandonar el sueño de su vida. O podemos decirle te quiero a alguien, y que esa persona también nos ame el resto de su existencia.

Ahora me he dado cuenta de esto. Hay mucha gente que vive la vida sin otorgarle valor a sus actos. Por eso  actúa y habla sin pensar en si al otro lado habrá alguien lo suficientemente sensible como para verse afectado. A todos aquellos que malgastan sus días creyéndose irrelevantes para los demás, tomando lo que necesitan de ellos, pero sabiendo que en realidad no significan nada los unos para los otros, les dedico este post. Que sepan que seguramente son importantes para muchas personas. Que lo que hagan y digan puede alegrar o herir a otros. Y esto conlleva una responsabilidad, la de tener en cuenta de vez en cuando al que está a tu lado. Yo intento recordarme esto de vez en cuando, porque la verdad es que el universo es taaaaaaaan grande, que olvidar la importancia de nuestro granito de arena es tremendamente fácil.

Y si alguna vez en la vida lo olvidáis, llenad un vaso hasta el borde, y añadid una gota más, a ver qué pasa. O mirad por la ventana durante una tormenta. En algún momento, en algún lugar distinto, lejos de allí, una simple mariposa fue el origen...




No hay comentarios:

Publicar un comentario