Decir lo que sentimos, sentir lo que decimos, concordar las palabras con la mente. (Séneca)

Decir lo que sentimos, sentir lo que decimos, concordar las palabras con la mente. (Séneca)

martes, 1 de enero de 2013

Como una reina

Me chifla el refranero español. Bueno, el refranero y lo de las citas célebres, no sé por qué. Ya dije una vez lo del famoso libro que me compraron mis padres hace un porrón de años, para que se me pasara la tontuna ésa, y que ahora guardo en el armario, muerto del asco el pobre. Aún así me chiflan las frases, es uno de mis hobbies más absurdos. Qué bonito cuando te sueltan eso de a buenas horas, mangas verdes, o estás más tonto que Abundio, o lo de anda y vete con viento fresco... Y ahora que estamos en unas fechas tan religiosas, puedes elegir entre un amplio surtido de frases muy espirituales, por ejemplo a Dios rogando y con el mazo dando, Dios aprieta pero no ahoga, trabajas menos que los Reyes Magos...
Hablando de Dios. Temazo donde los haya, ¿eh? Nada en el mundo crea tanta polémica. Bueno, menos el fútbol. El fútbol y Dios están ahí ahí, empatados en controversia. Pues os iba a preguntar qué os parece lo de quedarse como Dios. A mí me mola el dicho, lo sueltas y no dejas ninguna duda de lo bien que te has quedado con algo. "Me he comido una paella y me he quedado como Dios", que yo me pregunto si a Dios le gustará más la paella de pollo o la de marisco, dudas existenciales que me surgen de vez en cuando. O eso de "he resuelto este sudoku nivel súper difícil que empecé en la primavera del 72 y me siento como Dios". O "me he echado una siesta de cuatro horas y media y estoy como Dios". Toma ya. Pero bueno, que no quiero ofender a nadie, que a lo mejor no debería usar esta expresión así tan a la ligera, así que no os preocupéis, que tengo otra. Como una reina. También me mola. Y perdón si ofendo a los monárquicos a ultranza, o a los republicanos de pura cepa, pero es que algo tendré que decir, ¿no? Qué estrés esto del castellano, por Dios...(ejem)

Pues eso, que como una reina también me vale. El otro día, sin ir más lejos. Ya estabas tardando en contar una historieta de las tuyas..., pensarán algunos. Dos minutos diez segundos. Lo he cronometrado. Sigo. Me fui a bailar, mona no, monísima, con un vestidazo precioso y la melena suelta, que todo hay que decirlo. Lo que gano cuando me arreglo. En fin. Que estaba yo en la pista, y veo aparecer a un ex-ligue. Puff, hacía más de un año que no lo veía. Se fue a vivir al extranjero y pensé "bendito de Dios vayas" (¿otra vez Dios?). Digamos, para ser educados, que cuanto más lejos se fuera, mejor. Total, que pensé: "que me vea, que me vea..." Porque cuando vas monísima, los encuentros con gente que no te cae bien son el doble de guays. Qué digo el doble, el triple. Total, que me paseé todo lo que pude y más, con discreción, elegancia y muy digna yo, para que me viera bien. Y al cabo del rato, cuando ya se iba, se me queda mirando (y yo disimulando...), se cruza toda la pista y viene a saludarme. Él a mí. Jaja. Imaginad lo que hice yo... Fingir, claaaaaaro.  Me hubieran dado un Óscar allí mismo. "Y el Óscar a la mejor actriz de reparto es para..." Gracias a todos. En fin, que desvarío. Fingí como si me fuera la vida en ello.  Primero, cara de sorpresa. Sonrisa Profident. "¡Pero bueno, qué haces tú por aquí!", "De vacaciones, viendo a la familia. Estoy aquí desde hace un rato, bailando.", "Chico, no te había visto" (ahí ya me nominaron), "¿Qué tal todo? Estaré por aquí en Fin de Año, a ver si nos vemos" (miradas aprobatorias hacia mi persona), "Sí, sí, muy bien.", "Bueno, ya me voy.", "Adiós muy buenas."

Y se fue por donde había venido. Y a mí me dieron el Óscar. La mejor interpretación de mi vida. Es curioso que al cabo del tiempo veas a una persona por la que sentiste cosas tan intensas (buenas y malas), y que la sensación sea la de ni fu ni fa. Ni frío ni calor. Nada. Yo que pensaba que le odiaría por haberme hecho llorar tanto, pero no. Y me alegra, de verdad. Herida cerrada y a seguir hacia delante. Eso sí, os puedo asegurar que verle cruzar la pista, dejando a su nueva novia allí sola, y venir él a saludarme a mí fue un momentazo de gloria. Me sentí como una verdadera reina. De Saba como poco. Qué bien que esa noche iba monísima. A Dios gracias.


No hay comentarios:

Publicar un comentario