Decir lo que sentimos, sentir lo que decimos, concordar las palabras con la mente. (Séneca)

Decir lo que sentimos, sentir lo que decimos, concordar las palabras con la mente. (Séneca)

domingo, 25 de noviembre de 2012

De padres a hijos

Creo que he contado ya alguna vez que mi padre me enseñó a nadar. Yo estaba yendo a clases de natación, pero me daba mucho miedo y no había forma humana de que me lanzara al agua, siempre dejaba pasar al resto de niños delante de mí en la fila y yo no metía ni el dedo gordo del pie en la piscina. La verdad es que cuando era peque me dio alguna que otra fobia de éstas, como cuando me subía al columpio más alto del parque, que tenía una barra en medio para deslizarse por ella como los bomberos, y me quedaba allá arriba, mirando la barra y sin moverme. Así un día tras otro, siempre me subía a aquel columpio y miraba hacia abajo, con miedo a lanzarme por la barra, pero aún así empeñada en subir. Y mi padre se quedaba abajo, pacientemente, esperándome. Hasta que un día me lancé.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Misterios de los psicotécnicos

Ha llegado el momento de hacer una confesión. Sabía que llegaría este día, no os preocupéis, me he estado mentalizando. Venga, va, lo digo: ya me ha tocado renovar el carnet de conducir. Mis primeros diez años como conductora autorizada. ¿Y qué tiene esto de confesión? Pues que no he cogido un solo coche en estos diez años. Ya lo he dicho, os podéis reír, no pasa nada. Nunca he tenido coche. Razones ha habido varias, pero principalmente, que cuando me saqué el carnet no tenía dinero para comprármelo, y cuando ahorré, no me pareció una prioridad. Seré un bicho raro, no sé. El caso es que el otro día fui a hacerme el psicotécnico. Que me lo pensé y todo, no os vayáis a creer. Porque renovarse algo que no se usa, escuece un poco, lo admito. Pero bueno, allá que fui...

sábado, 10 de noviembre de 2012

La princesa no quiere que la rescaten

Definitivamente, hablar está sobrevalorado. Así, sin paños calientes. Se aprende infinitamente más observando y escuchando. Pero escuchando de verdad, no haciendo como que sí, mientras tu mente se separa de tu cuerpo y le dice "Ahí te quedas". Admito que a mí esto me sucede mucho, me cuesta ser una buena oyente. Soy como los niños, que necesitan que les "enganches" para que te presten atención. También es verdad que el mundo necesita buenos oradores, que muchos no hay, pero eso es otro asunto.

Buenos o malos oradores aparte, hace tiempo que me he dado cuenta de que se aprende muchísimo escuchando a los niños y a los adolescentes. Nooooo, no me he vuelto loca...