Decir lo que sentimos, sentir lo que decimos, concordar las palabras con la mente. (Séneca)

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jueves, 10 de enero de 2013

¿El Ni-Ni nace o se hace?

No es por echarme flores, pero me considero una persona tolerante. Respeto las opiniones de los demás, de verdad. No siempre las comparto, ni las defiendo, pero las respeto. ¿Que la tortilla francesa te parece mejor que la española? Vaaaaaaale, para gustos los colores. ¿Que te encanta la Teletienda y eres fan de los videntes de la TDT? Bueeeeeeno, tú sabrás, que a mí lo del más allá me da mucho yuyu. Pero, sinceramente, hay cosas con las que no puedo, por más que lo intente. Se me atragantan, lo prometo, me hacen bola y del esófago no pasan... 
Las uñas largas en los hombres, por ejemplo. Es superior a mis fuerzas. Es que lo veo y se me revuelve el estómago, me dan arcadas sólo de pensarlo. Las tiendas de jabones, aromas varios e inciensos. Todo junto, ahí, sin orden ni concierto. Tampoco me van, llamadme rara. A mí, los aromas de uno en uno o de dos en dos, como mucho, que si no me bloqueo y se me mezclan. Me mareo y todo. Las pelis de miedo. ¡¡Las odio!! Probablemente sea la única persona que a mi edad se sigue tapando los ojos cuando sale un anuncio de ésos siniestros con niños diabólicos canturreando "na, na, nana, na, naaaaaaaaa..." (si pudiera ponerle sonido sabríais mejor el miedito que me da...) Habrá alguien que me podrá decir que vaya absurdeces se me atragantan, que anda que no hay cosas en el mundo contra las que deberíamos luchar y no estas chorradas. Porque manifestarse contra el hambre en África tiene sentido, pero manifestarse contra los hombres con las uñas largas, pues como que es para que me pongan una camisa de fuerza. En efecto, pero es que ya sabéis que un poquito peculiar sí que soy. El problema del hambre en el mundo ya lo combatiré en otro post.

A lo que iba, que hay unas cuantas cosas que me ponen de mala leche. Una de ellas es lo de regodearse en la propia ignorancia. Me explico. El otro día, como no había nada en la tele (para variar), cambié el canal y aparecieron unos veinteañeros en una conocida playa de la costa española. Resulta que es un programa-concurso-reality en el que estos chicos y chicas conviven en un chalet en la playa. Se supone que durante ese tiempo, de vez en cuando trabajan, pero yo creo que es sólo una excusa para verlos en pareo sirviendo copas en un chiringuito, llamadme escéptica. ¿Y en qué consiste el programa? Pues, básicamente, en dejarles despendolarse a su aire, cuanto más despendole mejor, y que los demás les veamos comer, beber, bailar y encontrar el amor. Huy, ¿he dicho amor? Bueno, ya me entendéis... Y el caso es que lo hacen divinamente. ¿Los jefazos del programa querían despendole? Pues a raudales. Muchachas teñidas, súper requetemaquilladas y enseñando sus encantos más evidentes, y cachitas de gimnasio que presumen de abdominales y testosterona a la par, todos juntitos y muy revueltos. Con sus apodos y todo. Que no saben hilar dos frases con sentido. Que me gustaría verles explicar la diferencia entre haber y a ver...Un imán para los adolescentes, aunque me pese decirlo. Y lo digo porque lo veo en mis clases. Los ven y se aprenden sus nombres, sus expresiones... Les mola lo que hacen. ¡Y yo me pregunto por qué narices! Que ya no digo que los muchachos estos del programa tengan más o menos inteligencia, ojo, que probablemente hace falta mucha para vivir del cuento. Lo que no entiendo es que presuman de ignorancia, de falta de valores, de no saber hablar, ni comportarse, ni ná de ná.

Me indigno, lo siento. Me indigna que una panda de Ni-ni's sean un modelo a seguir para algunos adolescentes. Lo de Ni-ni lo inventaron hace poco, que decían que se necesitaba un término para denominar a los que ni estudian ni trabajan, normalmente referido a gente joven. Vagos de toda la vida, vamos. Tampoco hace falta ser tan moderno, digo yo. Y ahora resulta que hay gente que cobra por hacer de Ni-ni. Toooooma ya. Total, que ahí estaba yo, impregnándome bien de todo aquel despropósito, intentando meterme en la piel de mis alumnos y saber por qué tiran hacia el lado oscuro en lugar de hacia el esfuerzo, el saber y la luz del conocimiento (¡vaya repollo que estoy hecha!) Que todavía no sé si el Ni-ni nace o se hace, la verdad. Que me niego a permitir que mis alumnos se vuelvan personas orgullosas de su propia ignorancia. Pero a pesar de mis esfuerzos, he de admitir que a veces lo veo. A veces veo que entre todos (las familias, los vecinos, los amigos y sobre todo la tele), les metemos en la sangre la idea del dinero fácil, de que tener éxito es sinónimo de ser popular, de que eres más listo cuanto más consigas sin esfuerzo... Y veo que si la idea está arraigada, es difícil sacarla de la cabeza. Entonces me deprimo y me siento impotente.

Hace unos días me decía una amiga que la encantaba trabajar. Y no porque tenga un trabajo en el que esté ganando dinero a espuertas. Ni porque esté salvando vidas ni suba al Himalaya. Simplemente porque la hacía feliz. Porque se sentía realizada. Porque sabía que con su trabajo contribuía en algo a la sociedad, por pequeño que fuera. Y pensé en los Ni-ni's. Los del programa y los míos. No me enfadé. Me entristecí. Porque ellos, con su desgana por todo lo que no sea fiesta, con su falta de expectativas en la vida y en sí mismos, no sabrían nunca lo que es realizarse como personas. Ni podrían mirar atrás y sentirse orgullosos. Y he decidido seguir combatiendo esta injusticia. Así que cuando ellos repitan como loritos las estúpidas frases de los veinteañeros en pareo, yo les hablaré de los médicos que trasplantan corazones, de los bomberos que rescatan niños en los incendios, de los policías que se juegan la vida día tras día, de los artistas que dejan maravillas para la posteridad, y de mi amiga, que odia madrugar pero que es feliz llevando dinero a casa ganado con el sudor de su frente.

Espero no tener que teñirme de rubia y salir en la tele enseñando mis encantos para que me presten atención algún día. Deseadme suerte...




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