Decir lo que sentimos, sentir lo que decimos, concordar las palabras con la mente. (Séneca)

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sábado, 11 de mayo de 2013

Un año, 50 posts y la historia que me trajo aquí...

He estado varios días dándole vueltas a qué escribir para conmemorar mi añito aquí metida. Sí, ya se va a cumplir un año, el tiempo vuela cuando le das a la tecla. Y si encima ese añito coincide con el post número cincuenta, la ocasión me parece tan especial que merece asimismo una historia especial. Ninguna mejor que la que me trajo aquí...
Hace un año, yo no tenía un blog. De hecho, no escribía. Nada de nada, aunque sí que es verdad que siempre he sido muy lectora. Llevaba una vida (y la llevo) de lo más normal. Trabajo, familia, amigos y poco más. La única diferencia con mi vida actual es que tenía un novio al que quería muchísimo, con locura. Creo que ha sido la única persona de la que me he enamorado, pero de eso no puedo estar segura, ya que tampoco sé a ciencia cierta qué es eso de estar enamorado. Sólo sé que hubiera hecho grandes locuras por él, y que cada segundo a su lado era para mí un tesoro.

El caso es que, por cuestiones que no merecen ni siquiera un huequito aquí, él decidió que nuestra relación acabara. Todo se me vino abajo. No entendía por qué tantos y tantos momentos de felicidad juntos ahora ya no tenían valor para él, ni dónde habían quedado las miles de cosas preciosas que me decía, ni sus promesas. Por si fuera poco, perdí las ganas de bailar, ya que me traía recuerdos tremendamente dolorosos de nuestro tiempo en pareja. Entré en una especie de crisis existencial, de ésas en las que te sientes profundamente traicionada y te asquean todos y todo.

Entonces, un día me puse a trastear por Internet. Es lo que se suele hacer cuando no encuentras ninguna razón para hacer nada en particular. Y entré por casualidad en un blog. Leí y leí y leí, y me reí de algo sobre decenas de profesiones curiosas, y no sé qué de un bombero en tu pared y en tu cama, y algo sobre visitas a la cárcel, y muchas cosas más. Al momento, sin saber cómo ni por qué, me había creado mi propio blog. Esta cosa que leéis. Así que Pilar es la culpable de que yo esté hoy aquí. Pilar, tanto significaron tus historias para mí, que un año después aquí sigo. 

Al principio no sabía por dónde empezar. Comencé muy despacito, escribiendo bastante poco y de manera irregular. Tanto, que después de unas (estupendas) vacaciones en la playita, pensé en dejarlo. Pero cuando regresé y abrí mi blog, la persona cuyas palabras me habían inspirado había recomendado mis historietas a otros. Los ojos se me humedecieron y entonces decidí volver. Pilar, como ves, me repescaste. Un millón de gracias nunca serán suficientes.

Desde entonces me han pasado muchas cosas. Algunas en el trabajo, como las de los helados o aquel día en que me di cuenta de lo poco que escuchamos a los demás. Otras de bailoteo, y más bailoteo por ahí, porque sí, volví a bailar. Incluso hubo alguna en el transporte público sobre no sé qué de las palabrotas. Narré unas cuantas experiencias ligando en las discotecas, y tengo más en el tintero, ya veréis. Incluso empecé a salir a correr, y por supuesto lo conté, no podía guardarme esa gran experiencia. En definitiva, creo que aprendí un poquito a mirar más a mi alrededor y no tanto a mi ombligo, y me siento muy orgullosa al decir que ahora me quiero y me comprendo un poquito mejor, y valoro más a quienes tengo a mi lado

Haciendo memoria de estos doce meses, puedo decir con seguridad que hubo una persona que me marcó especialmente. Que la primera vez que nos vimos supe que algo en mí había cambiado gracias a él, pero no tenía ni idea de lo especial que iba a ser en mi vida. Como tampoco sabía que su lema de Carpe Diem se convertiría en cierto sentido en el mío. Ni que me haría abrir los ojos al con quién, y cerrarlos al cuándo y al dónde. A él le dedico en gran medida este año, porque aunque yo sea una soñadora y eche a volar, y él tenga los pies en el suelo, y no vea romanticismo, ni siquiera amor, no importa. Los sentimientos no tienen por qué ser correspondidos para ser verdaderos, y el cariño se entrega a quien uno quiere. Faltaría más. Yo me siento muy honesta conmigo misma por ello. 

De quien quise y me decepcionó echo muchas cosas de menos. Y mientras estuvimos juntos fui absolutamente feliz. Pero ahora sé que no sólo tengo que buscar a alguien acorde a mí misma, que me escuche y me haga reír, y me quiera, sino que esté en el mismo punto de su vida que yo, y que si no lo está, esté dispuesto a arriesgarse para que alcancemos un punto común. Y él no estuvo dispuesto. Eso no lo echaré nunca de menos en él. 

Mi conclusión es que la vida sigue. Que hay mil cosas que pueden salirnos mal a lo largo del camino, que en algún lugar puede que nos derrumbemos, o que perdamos el norte. Pero siempre habrá algo a lo que agarrarse. Familia, amigos, salir a correr o a bailar. Y si sientes que necesitas un cambio, hazlo. Yo lo hice y empecé un blog. Y ahora mismo, mientras termino este post excesivamente largo, estoy sonriendo...





2 comentarios:

  1. Enhorabuena compi!!!! Quién te lo iba a decir a ti, ya son 50. Sigue así, y no cambies nunca. Un besazo y ya sabes que siempre estare ahí. Y a por otros 50, que me encanta leerlos y me hacen sentirme unida a ti.

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  2. ¡¡¡Gracias, compi!!! Pues sí, madre mía, ya 50. Pasito a pasito, hay que ver la de cosas que han pasado ya por esta pared. Y lo mejor de todo, siempre, siempre, es compartirlo con gente que merece la pena. Gracias por estar ahí, de corazón. ¡¡¡Y prepárate, porque nos quedan muuuuuchas cosas más!!!
    ¡Un besazo!

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