Pocas cosas hay más liberadoras que coger una maleta y partir. Yo cogí la mía hace unos días, metí el kit básico de supervivencia y aseo y, rezando al Altísimo por que hiciera buen tiempo, me subí a un avión y me marché. Por delante tenía cuatro horas de viaje, y la ciudad más impresionante que he visto en mi vida. Este post está dedicado a Estambul...