Decir lo que sentimos, sentir lo que decimos, concordar las palabras con la mente. (Séneca)

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sábado, 29 de junio de 2013

Lo que no fue te hará ser.

¿Sabéis eso de que todos tenemos un gemelo en algún lugar? Parece ser que yo tengo una en Inglaterra. Al menos es lo que me dijo un inglés el otro día, bailando salsa, y sí, suena raro que un inglés baile salsa, pero ahí lo tenéis, y con mucho estilo. Yo le dije que lo mismo le sonaba mi cara de haber bailado conmigo en alguna otra ocasión, que era algo mucho más factible que lo de la gemela, pero el tío erre que erre, que había una inglesa clavadita a mí. ¿Será por lo pálida que soy...?
También se dice eso de encontrar tu alma gemela, o tu media naranja, o ya puestos con el English, tu mejor mitad, pero nada que ver con tu gemelo a secas, que se supone que te copia en cuerpo, y no necesariamente te complementa en espíritu. Yo la verdad es que soy bastante escéptica con estas cosas, las copias físicas y las mitades perfectas, pero como ya he dicho muchas veces que soy de ciencias, he de admitir que la posibilidad existe, ¿por qué no?

Y ya puestos con los dobles, los de ciencias se preguntan otra cosa aún más inquietante: ¿Y si el universo, tal y como lo conocemos, no fuera uno, sino muchos? Claro, ya no se podría llamar universo, se tendría que llamar multiverso, toma ya. Es más, ¿y si en cada uno de estos universos múltiples, estuviésemos nosotros mismos, así, tal cual somos, pero viviendo vidas distintas? Esta ida de pinza es lo que en ciencia ficción se denomina mundos paralelos, y viene a decir más o menos que, cada vez que se nos presenta una elección en la vida, un cruce de caminos, el universo se desdobla en todas las posibilidades, y nuestro yo sigue todos los caminos, pero en mundos distintos.

Por ejemplo, una cosa que recuerdo con mucho cariño. Hace unos cuantos años, conocí a un torero en una discoteca, bueno, novillero por entonces. ¿Famoso? Pues ni idea, supongo que no mucho. El torero, que llevaba seis o siete copas de más, todo hay que decirlo, se puso a cortejarme, que me mola la palabra. Me propuso ir a comer, a cenar, incluso a montar a caballo en su finca, imaginad qué espectáculo para alguien que no ha montado en ese bicho en su vida. Yo me reía y me sentía halagada, la verdad, parecía aquello la historia de la Pantoja. Le dije que a mí los hombres que beben no me gustan, y el tío, ni corto ni perezoso, plantó una rodilla en el suelo (atención al numerito) y me dijo que él por mí dejaba el alcohol. Todos mirando, imaginad. Supongo que esperaban el sí, quiero por mi parte, y el anillo y todo el percal, y yo le pedí entre dientes que se levantara, por Dios, que menudo espectáculo estábamos dando. Total, que yo no me veía cenando con aquel tío, por muy pintoresca que fuese su finca, así que decliné su invitación y no le volví a ver nunca más. A veces me pregunto: ¿Y si yo le hubiera dicho que sí? ¿Ahora tendría un cortijo? ¿Criaría caballos? Pues según la teoría de los mundos paralelos, ahora mismo, en algún universo, una de mis yos le dijo que sí y tal vez es la dueña de hectáreas y hectáreas de terreno, y tiene acento andaluz, y caseta en la Feria de Sevilla y todo. Inquietante, ¿eh?

Pues resulta que esta teoría tan rocambolesca está demostrada. Flipad. O sea, ¿que aquel día en que me tuve que decidir entre ciencias o letras, otra yo eligió letras? ¿Y cuando no sabía si comprarme el vestido azul o el rojo con el escotazo, otra yo diferente se lanzó a por el rojo y ahora lo luce por ahí? Madre mía, qué lío. Ya me gustaría a mí verme en el cortijo, debo de ser tremenda viviendo en el campo, con lo poco que me gusta.

La verdad es que estas cosas se escapan a mi comprensión, es como si me hablaran en chino o en arameo, qué le voy a hacer. Pero tengo una explicación más a mi gusto, claro, cómo iba yo a dejar una idea tranquila. Últimamente hago mucho esto, lo de elegir la visión del mundo que más me conviene, que no sé si es una postura muy cuerda, pero que a mí me ayuda a ponerle a la vida un poco de color. Yo creo que nos vamos construyendo a nosotros mismos, pasito a pasito. Cada cosa que hacemos, cada acción, es una pieza de nuestro ser. Muchas de ellas nos van completando en superficie, como en un puzle. Otras nos hacen crecer en altura, como en las maquetas. Y si la pieza es de estas últimas, es la base de la que vendrá después. Nuestras acciones, lo que hacemos, es todo, cualquier cosita, por pequeña que sea. Incluso lo que decidimos no llevar a cabo, lo que rechazamos, porque cuando decimos que no a cierta persona o a cierta situación, también estamos haciendo algo. Aquello que en su momento decidí no hacer, añadió una pieza a mi ser, y después puse otra, y otra, y otra. ¿Tiene sentido preguntarse entonces qué hubiera ocurrido si algo hubiera sido diferente? Es como cuestionarse a uno mismo, como coger el puzle y desmontarlo. Yo soy yo y mis circunstancias, dijo alguien muy sabio. Somos lo que somos por las decisiones que hemos ido tomando a lo largo de nuestra vida. Así que, cuando algo no sale como me esperaba, cuando me pongo depre, a veces pienso que lo mismo tiene que ser así, que muchas veces se me han saltado las lagrimitas y luego ha pasado algo estupendo, que no hubiera ocurrido si lo anterior no se hubiera fastidiado, ¿quién sabe?

No hay que cuestionarse el puzle. A veces lo hacemos, y no sirve. Lo que hay que hacer es decidir con la cabeza y el corazón, no quedarse nunca con la duda de qué hubiera pasado si... Si decides algo, que sea porque lo sientes así. Y si aún así te da por pensar en aquello que pudo ser y no fue, recuerda que en realidad sí ocurrió, en un mundo paralelo de los muchos que forman el multiverso...


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