Decir lo que sentimos, sentir lo que decimos, concordar las palabras con la mente. (Séneca)

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domingo, 3 de marzo de 2013

A tiempo y mejor...

Tengo varios amigos que van al gimnasio. A ponerse cachitas, que luego las camisetas lucen mejor, parece ser. Y cuando les dices que sí, que se les nota, que vaya bíceps están echando, se ponen más contentos que unas pascuas. Tú también estás muy bien, dicen amablemente, tú haces ejercicio. Entonces me río y pienso en mi fugaz paso por el gimnasio, y prefiero no decir que no fui capaz de aguantar ni 3 meses... El caso es que creo que todos los hobbies dejan su huella en nosotros, me explico...
Cuando empecé a bailar, recuerdo que no escuchaba otra música que no fuera salsa. Alguna vez he contado ya que soy una bailona, ¿no? Pues eso, que sólo había que mirar mi MP3 para darse cuenta de que algo había cambiado. Y desde que me dio por escribir, me ha pasado algo curioso. Ahora me fijo en muchas más cosas. Por la calle, en el trabajo, en el autobús, cuando me cuentan alguna historia, mientras leo el periódico... Ahora los detalles me llaman mucho más la atención. Y reflexiono más sobre por qué hice esto, o lo otro, o por qué eché esas lagrimitas, o por qué me puse triste en aquel momento y no solté cuatro guantazos bien dados. Y también disfruto más de los buenos momentos, o esa es la sensación que me da. No sé si será porque luego siento la necesidad de compartirlo por escrito, y claro, hay que contarlo bien...

El caso es que las cositas pequeñas están más presentes. Hay una enfermedad que a mí me fascina, que muchas veces se describe como una deficiencia en las relaciones con el entorno, con la gente. Se trata de personas a las que les cuesta manifestar sentimientos y comprenderlos, pero que a veces se fijan en detalles insignificantes, como el color de las margaritas, o el número de peldaños de las escaleras. Es el autismo, algo que me llamará la atención siempre, y sobre lo que he leído un poquito. Son personas capaces de hacer  un puzzle sin mirar la foto, porque ellos no lo entienden como un todo, sino como cientos de piezas sueltas, sin un sentido general. Creo que eso de fijarse en los detalles se parece un poquito a cómo ven ellos el mundo. Salvando las distancias, claro.

Gracias a esto de escribir, creo que ahora aprecio más las cosas. Y me conozco mejor. Incluso a veces me entiendo mejor también. Y me digo eso de no seas tan dura contigo misma, mujer... Qué chollazo he encontrado en el papel y el lápiz, ¿no? Y lo mejor de todo es que a veces los detalles te revelan joyitas ocultas. Esto que hizo tal o cual persona, aquel día que fui al cine y me reí como nunca, los ratitos de salir a correr y dedicar veinte minutos a que el corazón y las piernas trabajen juntos...

Por ejemplo, hace poco mi hermana me aconsejó escuchar a un cantante nuevo. No me sonaba de nada, y la hice caso. Pues me di cuenta de que tenía delante una joya en cuanto oí la primera canción. Y busqué otra canción, y otra más. Ahora las tengo en el MP3, y me emocionan cada vez que las escucho. Si no me fijara más en los detalles, quizás no me habría dado cuenta de que dice cosas tan bonitas como lo haría todo por ti a tiempo. Y aunque lo hubiera escuchado, tal vez no me habría parado a pensarlo. Pero ahora lo hago, y me doy cuenta de la importancia de esa frase. No sólo hemos de estar dispuestos a hacer algo, sino que hemos de hacerlo en el momento apropiado. No después. Después ese momento ya habrá pasado. Y la canción sigue con sus grandes verdades, y dice que te quiero mejor ahora, porque a veces hacemos cosas, y ponemos todo nuestro empeño en ellas, o eso creemos, pero no las hacemos bien. Al menos, no todo lo bien que podríamos. Entonces aquello no sale como queríamos, y con el paso del tiempo, resulta que la madurez, o la vida, nos enseña a hacerlo mejor...

Los detalles son importantes, eso es lo que he aprendido yo de esto que hago parecido a escribir. Te hacen ver la vida desde otra perspectiva, te inspiran, te emocionan. A veces es algo que has visto, o que has leído. A veces es algo que has escuchado. Pero siempre, siempre, es algo que te ha llegado al corazón, porque supiste tenerlo abierto. Gracias, Ed...







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