Decir lo que sentimos, sentir lo que decimos, concordar las palabras con la mente. (Séneca)

Decir lo que sentimos, sentir lo que decimos, concordar las palabras con la mente. (Séneca)

lunes, 22 de octubre de 2012

"Perdona,¿estudias o trabajas?", y otras historias de ligoteo (I)

Antes de nada, pido disculpas por anticipado a todo aquél o aquélla que se pueda sentir ofendido por mis palabras. Sobra decir que nada más lejos de mi intención el molestar a nadie, que todo lo que escribo aquí son opiniones personales, historietas del día a día, y por supuesto, sin trascendencia ninguna, faltaría más. Simplemente las cuento para compartirlas, que las alegrías y las penas, en compañía saben mejor. Qué pasa, ¿vas a insultar a alguien?, se preguntará alguno/a. Qué va, por Dios, es sólo que me apetece hablar de temas de ligoteo, y sé que a veces es algo delicado...

Dicho esto, vamos allá. Lo primero que tengo que decir, antes de que se me olvide, es que me he vuelto un poco puñetera. Me refiero a que he descubierto que tengo un pelín de mala leche en el cuerpo, que de un tiempo a esta parte aguanto menos cosas, lo sé, y aguanto a menos gente, también lo sé, y me río en situaciones en las que debería poner cara de poker y quedarme calladita, que siempre dicen que es cuando más guapos estamos. Todo eso lo sé. ¿Lo hago? Pues va a ser que no, creo que en el fondo soy una rebelde. En fin, que me parece a mí que este poco aguante mío me está haciendo demasiado exigente. Pido mucho de los demás. Probablemente sea porque siempre me he pedido mucho a mí misma, consecuencia directa de responsabilidad y perfeccionismo (vaya niña-repollo que era, ¿no?), y ahora, según me van saliendo algunas arruguillas, lo traslado a los demás. Por ejemplo, de ligoteo.

Pues antes le encontraba el encanto a ciertas situaciones típicas de cualquier discoteca un sábado por la noche. Ahora, con mi nuevo yo más puñetero, resulta que, en lugar de disfrutar de su encanto, tomo nota de ellas mentalmente (¿un sábado por la noche y tomando nota? Anda ya...) y voy y las cuento en el blogg. ¿Para qué? Pues para reírnos todos, que a mí me gusta compartir.

Empiezo. ¿Qué le ocurre a la gente al acercarse a otros seres humanos en una discoteca? En serio, ¿tan difícil es? Sábado noche. Gente con ganas de fiesta. Te has puesto tus mejores galas. Sonríes y bailoteas como buenamente puedes, que la sala está a tope, no cabe un alfiler. Se te acerca un chico. ¿Empieza la conversación de una manera natural y espontánea? Pues no, claro que no. Te dice: "Perdona, ¿has visto dónde ha ido mi amigo, el que estaba conmigo?..." Mi yo de hace unos años hubiera pensado que qué mono, hubiera sonreído y entablado una conversación, porque se hubiera sentido halagado por el acercamiento tan poco convencional. Ahora no. Ahora mi yo perverso piensa: "Mira, chaval. Es posible que acabe de verte hace diez segundos, así que como para haberme fijado en tus amigos..." Vaya pedazo de bruja que estoy hecha, pensarán algunos/as. No os asustéis, sigo siendo una persona muy respetuosa y educada, y aunque mi yo perverso lo piense, tengo unos modales impecables y estas cosas no las digo. Pero las pienso.

Segundo acercamiento. Otro chico. Éste te pilla a traición, por la espalda. Te agarra sin presentarse siquiera, no vaya a ser que te esfumes como por arte de magia. Te coge la mano y se te pega como si fuera a sonar un chotis. Mal vamos. Y con un romanticismo propio de Neruda va y te dice: "Vaya cuerpecito de modelo que tienes..." Pues hombre, no soy de las que piden que las reciten un soneto, pero éstas no son formas, qué queréis que os diga. Llamadme tradicional. Mi yo perverso sonríe y tiene ganas de retorcerle la mano, o lo que pille, o de soltarle cuatro borderías y mandarle como poco a Alpedrete. Pero vuelve a triunfar mi yo más educado y políticamente correcto, y le dice amablemente al Casanova que no, que no soy modelo, nada más lejos de la realidad; él insiste, y se lo tengo que volver a repetir, que no, que no soy modelo; y él, que no se da por aludido con la contestación ni el intento de romper la pareja de chotis apartándome de su agarre seductor (ejem), me dice que luego nos echamos un bailecito. Madre mía, si es que una debería ser más clara. En fin, que le digo que no, gracias, que no quiero bailar, y él extrañado, fíjate tú. Me mira sorprendido, sin entender, y vuelve a insistir. Que no quiero bailar, de verdad, que no, luego tampoco. Hasta que ya se aleja el Casanova, probablemente sin saber muy bien todavía qué ha ido mal.

Repito que esto son sólo opiniones mías, no pretendo generalizar, ni mucho menos, ni tampoco ofender a nadie. Mis conclusiones, totalmente personales, intransferibles (jaja) y sin ningún estudio sociológico que las respalde, son, en primer lugar, que nos cuesta mucho relacionarnos. A todos. A mí la primera. Que la naturalidad es la clave, creo yo. Que estamos muy a la defensiva, puede ser. Que tanta tecnología nos está haciendo perder el arte del cara a cara, porque sí, creo que es un arte. Y en segundo lugar, que ligar es complicado. Pero mejor ir de frente y que se noten tus intenciones de ligoteo, que buscarte una excusa (mal) elaborada, con la que pretendas que no se note, pero que te deje con el culo al aire (metafóricamente hablando, claro). Siempre respetando los límites de la cortesía, por supuesto (¿he dicho cortesía? Vaya viejales que me estoy volviendo...) Quiero decir, ni amigos desaparecidos, ni cuerpecitos de modelo con chotis incluido. No sé, un "hola, ¿qué tal? Me llamo Fulanito, ¿tu nombre es...?" O algo así.

Pero que vamos, no me hagáis ni caso, que ya digo que me he vuelto un poco puñetera. Si a mí en el fondo todo esto me hace gracia. Soy una romántica sin remedio. A mí se me conquista con una mirada y una sonrisa de ésas que te dejan sin aliento. Y hasta que aparezcan, a ver si escucho algún día el siempre socorrido "perdona, ¿estudias o trabajas?" Creo que a mi yo perverso no le importará...



2 comentarios:

  1. Que es que no se puede. Que como pregunten "¿estudias o trabajas?" Se arriesgan al "No, no... que yo soy española" ;)

    Te comprendo, y también al merluzo que te toca y nunca jamás debería tocarte sin ser invitado, aunque sea de un modo sutil.

    ¿Sabes que sí existen manuales de ligoteo? Son las lengendarias técnicas de las Artes Venusianas. Marte era el Dios de la guerra y Venus, del amor y a los que sí saben manejarlas como verdaderos artistas (porque haberlos haylos) se les conoce como Artistas Venusianos. Léete alguno de estos catálogos por y para hombres y verás como esas visitas a las discotecas las disfrutas todavía más y luego te ríes mucho más contándolas.

    ¡Un beso, Cenicienta!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Jajaja! No sabía de la existencia de esos manuales, Pilar. Tomo nota y los busco, ya verás las risas que me voy a echar :) Muchas gracias por estar ahí, de corazón.

      Un besote muy fuerte.

      Eliminar