Decir lo que sentimos, sentir lo que decimos, concordar las palabras con la mente. (Séneca)

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domingo, 5 de julio de 2015

Cómo escapar a la ropa de putilla

Hoy escribo indignada, lo siento. Mira que no me gusta reaccionar a las cosas de manera visceral, pero hay veces que no me paran ni mis pensamientos más zen. No aparentas tener mala leche, me dicen algunas almas confiadas. Es que engaño. Cuando me sale la mala hostia... ¿Atila el de los Hunos? Un aficionado.

El otro día me fui de compras con mi hermana y mi madre. La excusa es cualquier cumpleaños, y el equipamiento necesario lo forman zapatos cómodos y una VISA. Lo demás es dejarse llevar. Igual no te hace falta nada en el armario. Igual tienes un armario petado de todo lo habido y por haber. Pero necesitas tu chute de compras. Porque tú lo vales y ya está.

Nos recorrimos tiendas varias en busca de ropa mona y normal. Normal implica dos cosas: primera, que no tengas que pedir un préstamo para comprarla. Juro que ayer dijo una tía en la radio que un noviete le había regalado un bolso de 6000 €. Inmediatamente dudé de la salud mental de él y de ella. Segunda y muy importante: que la talla sea la tuya y que tenga tela suficiente para cumplir sus propósitos. Es decir, que si es una camiseta, tape tetas y barriga (a ser posible a la vez), y si es un pantalón, tape el culo y algo de muslamen. Pues es alucinante comprobar que esto hoy en día es misión casi imposible.

No diré nombres de tiendas, no por miedo a futuras represalias, que ya ves tú mi relevancia en el mundo periodístico, sino por no hacer publicidad sin cobrar, que eso sí que me jode. Pero existen actualmente algunas cadenas de ropa femenina (especialmente una) en la que la ropa de putilla es tendencia. Es chic, trendy, o alguna gilipollez de ésas.

Fíjate si se ha convertido en una moda a seguir, que en los institutos se están empezando a tomar medidas. En el mío hay niñas que más que enseñar, son en sí mismas escaparates de carnicería, con todo el género al aire. Bragas vaqueras se llaman los pantalones cortos de este año. En realidad tengo bragas que tapan más. Así que nos hemos tenido que poner a hacer contracampaña, claro. Que así no se va a clase. Que tápate la barriga. Que no tengo por qué sacarte a la pizarra a preguntarte por dónde pasa el Miño y verte el culo. Como ya se hizo con los famosos pantalones cagaos en su momento. Incluso les solté el otro día un medio discurso sobre belleza y moda. Algo así como que, primero, hay que saber elegir la ropa para cada situación, y segundo, que no se está más guapa por enseñar nalga. A lo que una niña me contestó: profe, es que es la ropa que hay en todas las tiendas.

Y esto me lleva a preguntarme: ¿qué interés puede tener una empresa textil en vestir a las mujeres como putas? Peor aún, ¿qué interés puede tener en vestir a las niñas así? Y el peligro de esto es convertirlo en lo normal, porque en mi día de compras, esperando en los probadores, cuál no fue mi sorpresa al comprobar cómo una madre veía a su hija adolescente enseñar culete y barriga y alababa lo guapísima que iba. Señora, ¿en serio? ¿Tiene ojos en la cara?

La cultura del menos es más está corriendo como la pólvora. Eso que decían las abuelas más modernas de lo que se han de comer los gusanos que lo vean los cristianos, igual se nos ha salido un poco de madre, pienso yo. Tal vez es cuestión sólo de dinero, porque recortar una camiseta por la mitad y que siga valiendo lo mismo, a mí me suena a beneficio. O igual hay algún motivo oculto que se me escapa, no sé. El caso es que creo que estamos dando a las niñas un mensaje equivocado.

Total, que me di varias vueltas buscando ropa normal. Me compré un pantalón corto y me parece que no enseño el culo. Igual luego encoge, ya veremos...




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