Decir lo que sentimos, sentir lo que decimos, concordar las palabras con la mente. (Séneca)

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jueves, 15 de enero de 2015

5 perlitas para no conquistar a ninguna mujer

Bueno, bueno, bueno. Enero. 2015. Qué bien, tooooodo un año para darle vidilla a este blog, para escribir sobre esos temas tan interesantes que se quedaron en el tintero del 2014. Un montón de cosas, ya veréis... Emmm...
Venga, dejémonos de farsas. Visto que no se me ocurre ningún tema profundo con el que empezar el año, voy a quitarme la espinita que tengo clavada desde hace tiempo con lo de ligar. ¿Otra vez? Otra vez. Y la belleza del cortejo no es lo que me ha traído de cabeza, más bien sus miserias, la trastienda, lo más bajo y escatológico del asunto. Las grandes cagadas. Es que la mierda vende, esto es así.

Por eso, he ido recopilando grandes estrategias (fallidas) para ligar, todas verídicas y sufridas en carne propia o en las carnes de mi amiga, porque tantas horas de bailoteo dan para mucho, ¿verdad, compi? Vamos de la menos mala a la number one de los mojones, para darle emoción:

5)  El vendedor de papeletas.

     Así llamo al tío que se nos acercó diez minutos después de entrar a la discoteca, y nos dijo: "Perdonad, pero tenéis todas las papeletas para ser las chicas más antipáticas del local" Yo con cara de póquer. ¿Cómo? "Es que no os socializáis" Mira (pedazo de gilipollas), estamos hablando mi amiga y yo de nuestras cosas (y tan a gusto), así que si no te importa... (pírate) El tío no se va. Y además, qué suerte tenemos, igual con tanta papeleta nos toca un jamón (a ver si pillas el sarcasmo... No lo pillas) El vendedor de papeletas va y hace una retirada estratégica y nos sigue observando desde la distancia, para volver al rato y tentar de nuevo a su suerte: "No habéis repartido ninguna de las papeletas aún, ¿eh?" (sonrisa de gilipollas) Me matas con tu ingenio, le hubiera dicho, bueno no, le hubiera soltado una hostia, pero soy una dama. Qué lástima.

4)  El ambipur.

       No está bien hacer publicidad si uno no se dedica a ello, pero es que el nombre le va al pelo. Así llamaremos al tío que, derrochando elegancia y desparpajo, se acercó a mi amiga y para romper el hielo soltó: "Perdona, ¿no huele un poco mal aquí?" Lo juro, palabrita del Niño Jesús. Qué queréis que os diga, sé que el hombre lo hizo para entablar conversación, como quien habla del tiempo, del Atleti o de sus cuñados. Pero ofensivo sí es un poco. ¿¿Me estás diciendo que me he tirado un pedo??, le hubiera dicho yo. Sólo por ver su cara. Soy mala persona, lo sé...


3)  El omnipresente.

        Lo de este hombre es de Ley de Murphy de manual. El tío utilizó sus armas de seducción (por llamarlo de alguna manera) con mi amiga, pero fracasó estrepitosamente. Total, que al cabo de los meses otra amiga nos dice que si nos apetece salir de  marcha, que ha conocido a alguien por Internet y le da un pelín de respeto ir sola. Y allá que vamos. Al llegar, nos enseña su foto y mi amiga le reconoce. Efectivamente, el tío en cuestión. Dándoselas de guay, y mintiendo sobre su edad. Él viene y claro, que si el mundo es un pañuelo, patatín, patatán. Cuidado con éste, le decimos a la otra chica entre susurros; no te creas ni la mitad de lo que te diga. Con toda su jeta, el chaval va y le suelta a mi amiga: "Joder, qué casualidad, menos mal que no te llamé" Ahí es cuando ella quedó como una reina: "No me llamaste porque nunca te di mi móvil" Ovación, dos orejas y el rabo. Ole y ole. El caso es que hace unos días, en otra discoteca, nos lo volvimos a encontrar. Resulta que tenemos otro amigo en común. Murphy, por Dios, deja de reírte...

2)  El congelados.

       Éste me ofendió muchísimo. Entablamos conversación de pasada, básicamente por ser él un tío resultón y yo demasiado simpática. Al minuto 1 ya apuntaba maneras de melopea descomunal y/o gilipollas nivel experto, pero yo soy educada hasta para mandar a la mierda, y me pareció precipitado hacerle un corte de mangas. El tío, además de gilipollas, un pulpo. Me tenía enamoradita. Y va y me dice que me salga fuera con él. Puff. Le podría haber despachado con viento fresco en ese mismo momento, pero no, yo tengo más clase. Lo rechacé muy educadamente, pero él erre que erre, y manita suelta por aquí y por allá. Pensé en lo mucho que me hubiera gustado tener un pitbull entrenado para matar. Total, que me vuelve a insistir, y le digo que no, que fuera hace mucho frío (vamos, que no voy a dejar que me toques, majete), y va y me suelta su perlita: "¿Que fuera hace frío? Tú sí que eres fría" Desde ese momento, abogo por un proyecto de ley que legitimice la violencia física contra gilipollas de discoteca. Una hostia que le quite los dientes, y ovación del público. Estoy buscando apoyo parlamentario.

1)  El Neruda. 

      Veréis por qué este regalo para las mujeres está en el número 1. Estaba yo bailando, tan feliz, y se me acerca un chaval de apariencia discreta (fallo mío fiarme de las apariencias) Señalo el hecho de que ni me preguntó el nombre. Empieza a contarme no sé qué, nada trascendental, cuatro frases de relleno para tantear si yo era de las que escuchan sin violencia o de las que sueltan directos a la mandíbula. Le debí de parecer del tipo 1. Me dice: "¿Te puedo hacer una pregunta?" Ajá, pensé yo, empieza lo bueno. Asentimiento de cabeza. "¿Eres de las que salen a ligar?" Bien, pregunta fácil. Le digo: Depende de con quién, claro. Él se envalentona, fruto de los seis o dieciséis cubatas en vena y de mi prudente y educada respuesta. Me dice: "¿Te puedo hacer otra pregunta? Pero no te lo tomes a mal, ¿eh?" Preparo el pitbull, chasco nudillos, me remango. Sonrisa distractora. A ver, dime. Entonces la suelta: "¿Tú eres de las que sale a follar?" Estado de shock. La respuesta me salió sola, simple, directa, concisa. Para mentes de capacidad reducida, como la suya. No. Juro que no fui capaz de más ingenio. Luego en casa se te ocurren mil contestaciones mejores, pero ya es tarde. En cualquier caso, el no fue suficiente. Tal como vino, se fue. Ni un adiós, gracias, ni un hasta luego. ¿Soy yo, o la anormalidad es una epidemia? Menos mal que soy una persona optimista y cabezota. Sé que hay mucha gente que merece la pena. Y si me topo con los que no... A por el siguiente post.


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